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Mi vida de canguro

El despertador suena, como cada mañana, a las ocho. Eso es casi lo único fijo en la vida de canguro que llevo desde que hace un año, el 30 de enero de 2012, perdiera mi casa: cada pocos meses cojo mis cosas y salto de casa de unos amigos a otra. Siete diferentes en menos de un año. Y aunque tuve la «suerte» de que mi banco aceptó la dación en pago de mi casa, aún mantengo una deuda de 8.000 euros, fruto de un préstamo que no pedí pero que me obligaron a firmar. La Plataforma de Afectados por la Hipoteca, cuyos miembros estuvieron concentrados durante 108 días en la madrileña plaza de Celenque hasta su desalojo​ para pedir una ley hipotecaria más justa, me está ayudando mucho. A ellos acudo dos o tres veces por semana para dar mi apoyo y pedir consejo.                                        Por U.M.

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