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Pilar: Veinte años que acaban en desahucio

Pero su historia comienza 20 años atrás, cuando contrae matrimonio con su, ahora, exmarido. «El tiene la enfermedad de la ludopatía. Al principio, de vez en cuando me decía que se iba con sus padres, que también son adictos a jugar al bingo. Pero estando embarazada -su hija tiene 16 años en la actualidad- le pillé jugando en una máquina. Me puse detrás de él y le increpé. Él me contestó: "A veces las máquinas me dan más que las mujeres"».

Pilar es una mujer maltratada que no denunció hasta que se separó. Aguantó dos décadas los constantes cambios de humor de su marido -bien porque se había gastado el dinero jugando, bien porque no tenía dinero para jugar- hasta que decidió divorciarse hace algo más de dos años. De hecho, aún sigue teniendo problemas con su ex-pareja, por lo que solo quiere que se sepa su nombre.

Cuando pide los papeles de divorcio ella se entera de que lleva años engañándola y que, aparte de gastarse grandes sumas de dinero en su adicción, él no ha podido pagar la hipoteca durante unos meses y le han concedido una carencia. «Creo que cuando nos divorciamos seguía en periodo de carencia, pero no lo puedo asegurar. Fue muy rápido. Justo después de divorciarnos ya no venían 400 y pico, sino 900 largos en la factura». Él deja de pagar su parte y Pilar entra en contacto con la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) de Guadalajara —con la que conseguirá muchos de los logros en su lucha contra el desahucio y en la que participa activamente—. Le aconsejan que deje de pagar su parte, porque no podrá hacer frente a las cantidades requeridas.

«Pido ayuda a mi familia, a Cáritas... a donde puedo. Pero hoy en día, no te dan ayuda por nada. Por violencia de género, en principio, vas al paro y te conceden una ayuda. Pero cuando me tocaba sellar la cartilla del paro ocurrió el juicio de mi divorcio. Y de lo que menos te acuerdas es de sellar la cartilla. Cuando fui después demostrando que era victima de violencia de género me dijeron que si no llevaba un año en el paro no me darían nada», cuenta.

Pilar pide un abogado de oficio, lo que significa retrasos en el juicio, ya que no se puede comenzar hasta que todas las partes estén representadas jurídicamente. Durante esa espera, aparece un nuevo protagonista: Real Decreto-ley 27/2012, de 15 de noviembre, de medidas urgentes para reforzar la protección a los deudores hipotecarios. Esta ley puede parar los desahucios hasta dos años en casos extremos, entre ellos, casos de violencia de género, como el de Pilar.

 

«Yo les pedí la dación en pago antes de que saliera la nueva ley. Me entregaron un papel en el que no ponía nada, ni quién había entregado el papel —yo— ni quién lo estaba recibiendo —La Caixa—, para que lo firmara, pero no lo hice». Los trámites se precipitan con la nueva ley, ya que ahora Pilar tiene un punto para ejercer presión sobre el banco. «Le dije al director que si no me ponía en un papel que se harían cargo de todo para la dación en pago, me estaría tranquilamente otros dos años en mi casa porque estoy dentro de la ley, y mientras no pueden hacer nada con el piso», relata Pilar.

 

Después de esos dos años se vuelve a reactivar el proceso de desahucio, con otro año por delante e incluso pedir la modalidad de alquiler social y alargar la estancia en su casa durante cinco años. En total pueden pasar 8 o 9 años hasta que desahucien a Pilar, por lo que en la actualidad el banco ha decidido negociar con ella la dación en pago. «Pero a las mujeres maltratadas que ya han echado de su casa, ¿las tienen que volver a pegar? Porque a ellas no se lo van a devolver de ninguna manera», se pregunta.​

«Pido ayuda a mi familia, a Cáritas... a donde puedo. Pero hoy en día no te dan ayuda por nada»

«Mira como tengo la boca, hace tres años la tenía perfecta», dice Pilar mientras señala piezas dentales caídas fruto del estres. Dejó de pagar la hipoteca hace en octubre de 2011 al ver como su exmarido tampoco se hacía cargo de los gastos, por lo que el banco empezó a requerirles la deuda: 7.000 euros de hipoteca, pero con los intereses, sube a 21.000. Y lo tiene que abonar antes de 20 días. «¿Cómo vas a pagar 21.000 euros en 20 días si no tienes para pagar 900 al mes?», se pregunta.

​Aunque después de un año aún no se ha producido la subasta de su hogar, ella ya se ha ido de la casa, por precaución. En la actualidad, ella y su hija viven gracias a la ayuda de su hermana Cristina, que les ha ofrecido su propia casa -a pesar de que ella vive con su marido y sus dos hijos pequeños-. Se une a la convivencia el hermano de ambas y que está en la misma situación que Pilar.

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