Javier cada vez se veía con mayores dificultades para afrontar el coste mensual de su hipoteca hasta que, a principios de 2012, no pudo pagar más y desistió. Tras conseguir la dación en pago de su casa, volvió al nido en el que se crió: la casa de sus padres. Todo ello sin oponerse a la policía ni a las autoridades judiciales porque ya contemplaba este hecho. Sus padres abrieron las puertas de su casa y acogieron a Javier como lo que es: su hijo.



Como tantos otros jóvenes, Javier dejó la Educación Secundaria Obligatoria (E.S.O) para trabajar en el sobredimensionado sector de la construcción. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), entre enero de 2008 y junio de 2012 se perdieron más de un millón de puestos de trabajo en el sector del ladrillo. Durante este período la construcción se ha desplomado en España, debido al cierre del grifo del crédito por parte de las entidades bancarias y, en especial, a la caída de las hipotecas. Según el INE, en 2012 se concedieron apenas 20.000 al mes, frente a las más de 120.000 de 2007.



Pero además Javier pertenece a uno de los grupos sociales más perjudicados por la crisis: los jovenes. En nuestro país, más de la mitad de los menores de veinticinco años con intención de trabajar están en paro. De acuerdo con Eurostat, la oficina de estadística comunitaria, en enero de 2013 la tasa de paro juvenil era del 55,5%, sólo superada por la de Grecia (59,4 %) y muy lejos de la de países como Alemania (7,9 %), Austria (9,9 %) y Holanda (10,3 %).​